domingo, 28 de diciembre de 2008

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viernes, 31 de octubre de 2008

Documental entero de Un hombre aparte


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jueves, 30 de octubre de 2008

Trailer de Un hombre aparte



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Las mil y una aventura de Ricardo Liaño Gil



Junto al mismísimo promotor Don King y al ex campéon come orejas de peso completo, Mike Tyson.
(Foto: Copesa)



Los guantes siempre fueron la pasión de su life. Cuando hablaba del tema no permitía interrupciones.
(Foto: Copesa)



Teresa Pizarro y Raquel Montiel lo atendían a diario en el restorán Calicanto, donde jamás se le negó un plato de comida.
(Foto: Hugo Tapia)



Creerse el cuento era la filosofía de este "hombre aparte", genio y figura del boxeo hasta la sepultura
Las mil y una aventuras de Ricardo Liaño
Marcelo Romero G.




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Con Martín Vargas, durante una visita a la redacción del diario popular. Se pelearon por líos de plata.
(Foto: Copesa)





Los guantes siempre fueron la pasión de su life. Cuando hablaba del tema no permitía interrupciones.
(Foto: Copesa)


Los púgiles Benedicto Villablanca, Benito Badilla y "Foreman" Cea tienen buenos recuerdos del viejo.
(Foto: Hugo Tapia)





La última locura que pasó por la mente de Ricardo Liaño a pocos días de su muerte era organizar una más de sus campañas solidarias, esta vez para conseguir un millón de cunas para hogares modestos.
"Era un hombre de quimeras, las cumpliera o no, esa era su fuerza vital", recuerda Jorge Costa, secre de la Federación Chilena de Boxeo y por décadas su yunta de aventuras.

"Tenía un genio, uh, de los mil demonios", comenta mientras se sienta frente al televisor donde junto a La Cuarta revisó por enésima vez el video con la película "Un Hombre Aparte", con su amigo Ricardo Liaño como actor principal. También ocupa el palco Pedro Montiel, encargado de comunicaciones del órgano oficial de los guantes.

Las emociones se agolpan rápido en ambos hombres, testigos de las mil y unas hazañas quijotescas de este cubano que nació hace 83 pepas, que vivió en España, que partió como Colón a conquistar nuevos horizontes y que luego se afincó en Venezuela, donde hizo migas con los máximos jerarcas de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) hasta convertirse en uno de sus principales promotores a nivel latinoamericano de los coscachos. También las ofició de periodista, árbitro, juez, escritor y manager de artistas.


"Siempre fui un triunfador"
En el documental de Bettina Perut e Iván Osnovikoff (2001), Liaño protagoniza una verdadera pelea entre su pasado y su presente, donde al guionista no le entra en la mollera que un viejujo porfiado luche a su edad contra molinos de viento, que para él no son más que nuevos desafíos y una puerta de escape para mantener vigente su aporreada dignidad.
Para Osnovikoff, sin embargo, se trata de los últimos estertores de alguien que tuvo todo, que se codeó con lo más granado del jet set político, deportivo y del espectáculo, que facturaba hasta un millón de dólares, que tenía su propio avión y que la pelada pilló en la lona de su cama, en un cuartucho del "Barrio Chino" del barrio Bandera.

"Tú quieres un guión de un triunfador, pero eso a nadie le interesa, no es viable... Esta es la historia de un perdedor, que triunfó pero que ahora está pobre, abandonado, lleno de proyectos quiméricos...", le dice en su cara Osnovikoff a un Liaño que escucha sentado y que luego de unos segundos responde: "¿Y en cuántos proyectos has triunfado tú?".

Enseguida le dispara con una artillería casi irrefutable y el sonsonete español que nunca lo abandonó: "Coño, fui millonario en dólares, tuve muchas mujeres -aunque sólo algunos amores, como la famosa bailarina hispana de los '40 La Greca-, conocí a muchos, a Picasso. Soy uno de los pocos que estuve siete veces en la casa de Dalí, estuve con Aznavour, Delon, traje a Julio Iglesias... Yo nací triunfador, triunfé en la vida y seguiré triunfando, por eso no me gusta el guión que me ofreces".

En la cinta, Liaño organiza una cruzada contra la droga y nadie lo pesca. Costa sonríe diciendo "¡este loco lindo, tan porfiado que era!".

Liaño se mueve como gato de espaldas, hace llamados desde su pieza plagada de recuerdos, envía faxes como loco y confirma la asistencia de los medios. Al final, termina comiéndose las galletas que tenía para la prensa porque la sala nunca recibió un invitado. Como no estaba acostumbrado a perder, dijo: "El proyecto se ha realizado".

La última imagen de Liaño, tras esperar en vano ver a su nieta, es frente a una tele, solo en una pieza oscura, donde el sueño lo vence casi como una premonición de su deceso.

"La única envidia que he tenido es no tener un hogar como el de mi hijo. He llorado muchas veces, me lo he cayado, me lo he guardado...", reflexiona en su ocaso.


Púgiles supieron de sus mañas y arrebatos
Martín Vargas, quizás el mayor ídolo del boxeo chileno -campeón nacional y latinoamericana Mosca y Semi Mosca-, en los comienzos de su carrera, como muchos, estuvo bajo el alero de Ricardo Liaño.
"Me ayudó a sacarme el Servicio Militar, por allá por 1975, con el general (Oscar) Bonilla", recuerda el dueño del famoso pantaloncillo con los colores de la Virgen de Lourdes, que disputó en tres ocasiones un título mundial.

"Don Ricardo me vio cuando nadie creía en mí y me dijo 'vente a mi lado'... De ahí me llevó a pelear a Arica, Antofagasta y Pedro de Valdivia, pero después nos separamos porque a él le gustaba ganar plata, era bueno para eso".

Martín sólo volvió a la cantera de Liaño en los '90, cuando su regreso al cuadrilátero duró menos que una parrillada para quince. "Estuvo conmigo en mis últimas peleas, por el '96 y '97, donde entre otras cosas me corté la frente en un choque con 'Motorcito' Miranda. De nuevo me quedó debiendo dinero, pero en el infierno se lo voy a cobrar", dice entre risas. "Lamento la partida del viejo porque le dio harto al boxeo".

Los tres púgiles más queridos por Liaño trasladaron sus restos el miércoles hasta su última morada en el Mausoleo de los Deportistas "Juan Ramsay" a sabiendas que su ex promo deseaba fundar un hogar para ellos: Benedicto Villablanca fue su mayor conquista, cuando el 5 de junio de 1982 disputó en el otrora Teatro Caupolicán (hoy Monumental) el título mundial Liviano Junior de la Asociación Mundial de Boxeo, frente al puertorriqueño Sammy Serrano. En el 11º asalto, el árbitro Jesús Celis levantó el brazo de Villablanca, quien se convertía en el primer campeón mundial de boxeo de Chile. Pero el título sólo le duró 10 días, porque le quitaron la corona al achacarle un supuesto cabezazo que habría obligado a Serrano a caer en nocaut técnico.

Villablanca (45) ahora se gana los porotos como caporal del Consejo Local de Deportes de Melipilla y funcionario administrativo de Investigaciones. "Para mí fue impactante su muerte porque hacía 15 días me había llamado a mi casa porque quería realizar un título mundial de los senior entre Sammy Serrano y Benedicto Villablanca", relata quien era llamado "El Duro" por Liaño.

Recordando los días en que fue monarca, dice que "fueron los mejores, los vivimos a concho, no dormí el primer día, todos me entrevistaban, celebramos, fue lo más lindo".

Indica que entre los años '81 y '83 fue la época de oro del boxeo criollo. "Todo lo que se hacía era por Liaño. Cuando él llegó se levantó el boxeo; se fueron esas figuras y ahora el boxeo está terminado".

Benito Badilla (45), que hoy se defiende en la locomoción colectiva, disputó en 1982 el título Súper Gallo con Leo Cruz. "Con Don Ricardo pasamos largas y excelentes jornadas, nunca habría conocido Miami, Canadá y Puerto Rico si no me hubiese topado con él".

Las anécdotas no faltan: "Una vez en un hotel reclamó con palabrotas que por qué no habían hecho la pieza, creyendo que la mucama no entendía, pero resultó que era venezolana y Liaño después no tenía dónde meterse".

Miguel "Foreman" Cea recuerda que en un aeropuerto caribeño hacían hora con Liaño para tomar un vuelo. "El calor era insoportable y había un Cristo al que le echaban billetes y monedas. Nosotros no teníamos ni uno y él me decía 'anda, coño, sácale nomás que Él lo va a entender'".

A sus 46 años, "El Guagua" -como le decía Liaño- agradece haber estado entre los 6 más cototos del orbe en la categoría completa. Ahora trabaja como "Juan Segura" en una empresa. "Nunca tuve problemas de plata con él, nos llevábamos muy bien. Fue un gran tipo".


"El viejo era más porfiado que una mula..."
"Cuando tenía plata se ponía altanero, pero cuando se quedaba sin ni uno andaba súper mansito". Así recuerda a Liaño la maestra de cocina del restorán Calicanto, Raquel Montiel, quien se enfrascaba con él en verdaderas guerras verbales a la hora de almuerzo.
Teresa Pizarro, la dueña del local ubicado en General Mackenna 1040, en pleno barrio chino, también conocía bien al ogro, que reclamaba a grito pelado cuando encontraba que le echaban poco caldo a la cazuela o una presa de pollo arvejado muy chica, que eran sus platos favoritos.

"Tenía un carácter de los mil demonios, era un viejo recontra mañoso, pero al final de cuentas era muy buena persona", dice la mujer.

Recuerda que se sentaba en la mesita de más al fondo, a eso de la una y media, cuando bajaba de su pieza. Si veía que alguien le ocupaba el puesto, le decía "pues, coño, vamos saliendo de aquí". Luego de almorzar se pegaba una pestañada sentado, con ronquidos incluidos.

Hacía al menos tres años que el ex hombre fuerte del boxeo criollo vivía en el cité del lado, en el 1038 de General Mackenna, pieza 5 del departamento J, en el segundo piso.

"De Venezuela le llegaba una plata con la que pagaba el arriendo, que era como de 70 mil pesos, pero con los problemas que vivió ese país, el dinero comenzó a demorar en llegar y yo tenía que darle fiado hasta por dos meses. Aunque soñaba con el mañana, sólo vivía el día a día", afirma doña Tere.

La mujer escuchó ene veces sus historias de amigos famosos y vio las fotos junto a lo más granado del mundo de los coscachos, gracias a sus 60 años como promotor de grandes veladas en Chile y en gran parte de Latinoamérica bajo el paraguas de la Asociación Mundial de Boxeo. Luego de nacer en Cuba y vivir en España, Liaño hizo migas en Venezuela con Gilberto Mendoza, capo de la AMB, con quien se ganó el cielo como organizador de mochas.

"Estaba tirado a su suerte, pasaba solo", recuerda Mariana Lillo, su vecina de la pieza 6, la misma que el lunes a las 9 de la noche golpeó su puerta para dejarle una bandeja con panes con paté y una leche. "Teníamos una especie de clave. Si tocaba más de dos veces era porque pasaba algo. Le golpee dos, tres, cuatro veces, y al entrar lo vi ahí, como durmiendo. Les dije a mis hijos que el tata no despertaba de su siesta para que no lo vieran así, muerto".


http://vidaen35mm.blogspot.com/2008/06/un-hombre-aparte.html

Un hombre aparte



Hay un documental llamado "Operación Luna" en el cual se descubría como el viaje a la Luna era un montaje de la Nasa, hecho por Kubrick, todos esos rumores que siempre escuché se confirmaban... aunque en algunos momentos del documental parecía que ya todo era muy chabacano... hasta que Kissinger comienza a reirse, en ese momento entiendo que en el documental era una tomadura de pelo y que la realidad puede ser manejada a la pinta de cualquier documentalista para tragarnos una ballena completa sin darnos cuenta...
Entonces ¿Qué es lo real?, los documentales deberían mostrar la verdad, pero parece que no lo son, las películas menos, la vida mucho menos... entonces cuando escucho a un señor vestido en harapos diciendo que conoce más del ochenta por ciento del mundo, que estuvo en la casa de Picasso más de siete veces y ahora vive en una pieza pobre cerca del río Mapocho, es para no creer.
Era muy chico, pero aún recuerdo que en mi casa madrugaron para ver a Martín Vargas el boxeador chileno que pelearía con un japonés Yoko Gushiken... en medio de todo ese mundo del boxeo que aparecía un señor que se encargaba de representar a los malogrados deportistas de esos días, así Ricardo Liaño se paseaba por nuestras escenas de los años ochenta con los nombres de los boxeadores de esos días... y como muchas cosas de los ochenta se esfumo de la memoria.

El hombre que sale casi en harapos con acento español, es el mismo el que fue millonario dos veces "en dólares"... un triunfador!. Al principio decía quien es este viejo tan pesado y arrogante?.
Pero de a poco entendí que era una persona esculpida por los días, en los momentos sórdidos de un Chile perdido, entre el boxeo, los cabarets y el submundo de la noche de Santiago... el manager de vedettes y boxeadores ahora era u pobre hombre con sólo dos dientes, un bisoñé y una historia increible por detrás... a lo mejor merecía una película de verdad, no como "Un hombre aparte" que juega con su verdad y la nuestra.

Su verdad es grandiosa, la nuestra una maraña de prejuicios a lo que miramos... o lo que nos hacen ver los documentalistas, porque no le creemos a los viejos, no le creemos a los pobres, no le creemos a los soñadores... y Ricardo Liaño era las tres cosas, Cuando dice que es amigo de Manuel Fraga Iribarne me dio risa... así como cuando lo llama al hotel Carrera, para comunicarse con él... en el documental no vimos nada más (nunca supimos que en realidad Si se junta con el político español)... la vejez lo vuelve terco y obstinado, así que busca a los realizadores para su película... su guionista y sus directores (Perut y Osnovikoff)...
pero crea otra cosa.

En medio de su campaña mundial contra la drogas para niños, la quimérica idea escrita en una vieja maquina de escribir, entre plumones y miles de números de teléfonos, el pasado baila como los zapatos en el ring, tratando de defender la cordura y lo irreal. No se si los directores de este documental se encargaron de ridiculizarlo, al menos eso parece... hay omisiones que pasan al filo de la ética, principalmente por la arrogancia de nuestras miradas al crepúsculo de algunas vidas... al final pese a todo Liaño se salió con la suya... como un ganador, porque vivió la vida intensamente, como si fuese una naranja que exprime cada gota de aliento, para soñar, para gritar, Liaño no fue un perdedor logró su película y con ello, pese a la ausencia total de periodistas en su campaña, al pesimismo de su guionista, a lo tergiversado del documental, a la soledad de su funeral, logró ser un personaje que quedó incrustado en otros mundos... mucho más intensos que los que nos ha tocado vivir... pero la vida se hizo para gastarla... y Liaño se la disfrutó entera...
¿qué más se puede pedir?

Saludos a todos.

martes, 28 de octubre de 2008